Cómo cambiar de camino
Casi las últimas palabras que Jesús pronunció desde la cruz fueron: “Todo está cumplido”, Jua_19:30. ¿Qué estaba cumplido? La obra salvadora estaba realizada ya, pero usted ha estado pensando intentarla por sí mismo. Usted ha querido jugar el papel de Dios, valiéndose de un proceder que Él estima impío.
La salvación al estilo del hombre siempre gira en torno del yo. Por ejemplo, los capítulos 29 al 31 del libro de Job están llenos de la religión como él la intentaba antes de ver al Señor; docenas de veces leemos yo, mí, me y mío. ¡El está informando a Dios cuán buen hombre es! Pero entonces Job ve al Señor y llegó a verse a sí mismo muy pequeño en sus propios ojos. “¿Qué puedo responder yo?” dice. “Soy tan poca cosa. Prefiero guardar silencio. Y he hablado una y otra vez, y no tengo nada que añadir”.
Exclama este mismo Job_42:5-6: “Hasta ahora, sólo de oídos te conocía, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por eso me retracto arrepentido, sentado en el polvo y la ceniza”.
El evangelio de Dios no tiene que ver con mis obras, o mis méritos o mi fidelidad, sino “trata de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor”, Rom_1:1-3.
¡Ay! La gente rechaza esto, queriendo obrar, rezar, pagar por la salvación. Hable de ganar la paz con Dios, y le oyen; hable de recibirla como obsequio divino, y no les gusta.
En aquel bendito capítulo que es Isa_53:1-12 , se lee de la pluma profética acerca de Jesucristo: “Los hombres lo despreciaban y lo rechazaban. Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta”.
“Sin embargo, él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado. Fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud”.
Encontramos la obra nuestra en el versículo Isa_53:6 : “Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros”.
Por favor, lea de nuevo el capítulo entero, y que Dios le revele a su Hijo allí.
El gran error del hombre natural es que piensa que Dios salva a la gente buena, o a la gente que cumpla con ritos. Si uno llena los requisitos, dicen, no hay por qué temer a Dios. Cierto, ¿pero quién se califica así? Veamos el asunto como es: “El Hijo del hombre [uno de los títulos de Cristo] ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido”, Luc_19:10. “Cuando nosotros éramos incapaces de salvarnos, Cristo, a su tiempo, murió por los malos”, Rom_5:6. “Esto es muy cierto, [Pablo hablando] y todos deben creerlo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”, 1Ti_1:15. “Los que están buenos y sanos no necesitan médico, sino los enfermos. [Jesús hablando] Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores”, Mat_9:12-13.
Al pecador perdido, incapacitado e impío, el Señor proclama, empleando figuras ilustrativas: “Todos los que tengan sed, vengan a beber agua; los que no tengan dinero, vengan, consigan trigo de balde y coman; consigan vino y leche sin pagar nada. Vengan a mí y pongan atención, escúchenme y vivirán, Yo haré con ustedes un pacto eterno, cumpliendo así las promesas que por amor hice a David”, Isa_55:1-3.
Proclamó el apóstol en su prédica en Antioquía: “Ustedes deben saber que el perdón de los pecados se les anuncia por medio de Jesús. Por medio de él, todos los que creen quedan perdonados de todo aquello que bajo la ley de Moisés no tenía perdón”, Hch_13:38-39.
Es que, “Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”, Juan 3:16. En el párrafo anterior, tomado de Hechos 13, tenemos el perdón de pecados, pero este versículo en Juan nos lleva un paso más adelante, ofreciendo la vida eterna. Esta vida es un glorioso tema en el Evangelio de Juan: “Les aseguro que quien presta atención a lo que yo digo y cree en el que me envió, tiene vida eterna; y no será condenado, pues ya ha pasado de la muerte a la vida”, Jua_5:24. “Les aseguro que quien tiene fe, tiene vida eterna”, Jua_6:47.
Estas son las palabras del Señor Jesús, y dice que cielo y tierra pasarán, pero su Palabra no pasará. El apóstol Juan dijo: “Les escribo esto a ustedes que creen en el Hijo de Dios, para que sepan que tienen la vida eterna”, 1Jn_5:13.
La pregunta, “¿Qué debo hacer para ser salvo?” queda respondida por el apóstol inspirado: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”, Hch_16:30-31. Y el Señor mismo dio la solemne alternativa: “El que no crea, será condenado”, Mar_16:16.
Y usted, ¿dónde estará en la eternidad? “El prudente ve el peligro y lo evita; el imprudente sigue adelante y sufre el daño”, Pro_22:3.
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